
“To those Americans whose support I have yet to earn: I may not have won your vote, but I hear your voices, I need your help, and I will be your president, too”
Estas son las palabras que dedicaba Barack Obama en el Grant Park de Chicago a los que no dieron su apoyo en esta legislatura. Sí, a los que no dieron su apoyo. Porque si algo tuvo su discurso, es que fue elaborado pensando en abierto, para que todo el mundo pudiera sentirse partícipe del mismo. Obama dedicó palabras de agradecimiento a los que dieron su apoyo, a los que no lo dieron, recordó a su abuela fallecida el día antes, felicitó a su rival en el bando republicano, se curó en salud advirtiendo que “el camino es difícil y quizás no puede arreglarse en una legislatura” e hizo sentir a todos los que le seguían en Grant Park que ése no era sólo su momento, por haber sido finalmente elegido, sino el de todos, porque sin ellos la victoria no hubiera sido posible.
Si a “Joe el fontanero” le llegó la fama a partir de una pregunta en un acto de campaña en Ohio, esta vez fue el turno de Ann Nixon Cooper, que se citó en el discurso de agradecimiento después de que el candidato demócrata la viera aparecer en televisión votando en Chicago. La figura de Ann Nixon Cooper, de 106 años, sirvió al futuro presidente para hacer un repaso a los principales acontecimientos acaecidos durante el último siglo: “Ann Nixon Cooper nació sólo una generación después de la esclavitud. Esta noche pienso en todo lo que ella ha visto a lo largo de un siglo en América".
Fue un discurso, por tanto, muy completo –a pesar de las dotes de oratoria de Obama, el discurso estaba perfectamente estudiado: los gestos, la entonación, los silencios…- y muy emotivo. Durante exactamente 17 minutos, el futuro presidente bombardeó a los asistentes con mensajes de esperanza, optimismo e implicación. Mensajes que desde nuestras casas pudimos escuchar, la mayoría de nosotros, de 5:58 a 6:15 de la mañana.
¿Qué había pasado antes?
La incógnita no se alargó hasta diciembre, como en 2000, ni hasta la mañana siguiente, como en 2004. Antes de medianoche, Estados Unidos tenía nuevo mandatario. Colorado, Florida, Iowa, Indiana, Nevada, Nuevo México, Ohio y Virginia fueron los estados tradicionalmente republicanos que cambiaron de bando a favor de Obama. Los demócratas mantuvieron New Hampshire, ganada a los republicanos en 2004, y Pensilvania, de la vertiente Clintoniana cuyo electorado fue fiel al candidato del partido.
Gran parte de la razón del cambio en Coorado pudo deberse a la impresionante campaña realizada para movilizar el voto. El senador de Illinois también obtuvo la confianza de los hispanos, un sector de la población en crecimiento. John McCain perdió el apoyo del votante del campo, pero mantuvo el de los sectores más radicales (los defensores a ultranza de la familia y los antiabortistas).
La gran duda estaba en Florida. Si se ganaba este Estado, la noche electoral podía ser un paseo para Obama. Como así fue. ¿La razón? Los hispanos, el 14% del electorado, apoyaron al candidato negro en un 57%, los independientes con un 52% y los jóvenes con un masivo 61%.
Iowa constituyó el ejemplo claro del swing estate o Estado Oscilante. Votó en 2000 por el demócrata Al Gore y por George Bush en 2004. Ahora, en 2008, Iowa es de nuevo azul.
Nevada dio la victoria también a Obama -con sólo cinco votos electorales y una larga historia en el lado rojo del espectro político- gracias al voto hispano, que votó en un 78% por el joven candidato. Con uno de los índices más altos de desahucios y una de las diez tasas de paro más altas del país, la economía fue determinante. Y en ese terreno los electores prefirieron a los demócratas.
En 2004, Nuevo México inclinó por muy poco la balanza del lado de los republicanos. Sucedió lo mismo en 2000 pero a favor de Gore. Una vez más, Obama debe aquí su acceso a la Casa Blanca a los hispanos. Algo ha tenido que contar también que el Gobernador sea el demócrata e hispano Bill Richardson, que dio su apoyo a Obama en las primarias.
Importante fue Ohio, republicano en 2004 y otro clásico swing state. El voto joven cambió el signo político tras cientos de visitas de ambos candidatos a lo largo de toda la campaña. Y finalmente Virginia. Nada más anunciarse que se había convertido al azul demócrata, Obama ganaba la presidencia. Los demócratas no ganaban en ese Estado desde 1964.
En el transcurso de la noche electoral, especialmente antes de que se hicieran oficiales los resultados de Virginia, los asistentes de la fiesta en el consulado de EEUU en Barcelona celebraban unos comicios artificiales, en los que el demócrata obtenía la victoria con 195 votos electorales frente a los 22 de McCain y 11 para “otros”. Entretanto, la gran mayoría seguía los resultados desde casa, alternando los distintos medios de comunicación para analizar también el tipo de cobertura informativa. Especialmente buena la de TV3, a pesar de que ha merecido las quejas de algunos espectadores que, en las secciones de cartas al director a lo largo de esta semana pedían saber cuánto dinero se había invertido exactamente en las elecciones. Y cómo no, la de CNN, que por primera vez en la historia de la televisión hizo uso del holograma en una retransmisión en directo desde Chicago.
Es curioso, porque Obama estaba a punto de proclamarse futuro presidente, pero seguía los comicios de una forma muy similar a la nuestra, envuelto, eso sí, de algunos lujos más, y de algunas visitas destacadas en el Hyatt Regency Hotel de Chicago.
Bueno, en su cabeza se ensayaba ya el discurso de las 6.
En la nuestra… también.